Rey, Dictador o Demócrata

Las monarquías son la versión sofisticada de una forma de poder muy antigua. En los primeros tiempos, donde la gente debía pelear por su subsistencia, se delegaba al más apto las decisiones cruciales respecto al rumbo, las presas, el reparto de comida y otras variables. La sobrevivencia dependía no sólo de la buena administración de los recursos, sino además del atinado liderazgo de un jefe de la tribu. En un principio el líder del grupo se escogía obviamente por sus habilidades en la cacería, la guerra o la guía a lugares más prósperos. En la monarquía hay un peso muy fuerte en la sangre y la herencia, lo cual patrocina la idea de una casta de líderes. No obstante cuando ocurría una consecución de hechos desfavorables para la mayoría del grupo, la gente optaba por un relevo en el liderazgo o una substitución violenta del poder; pues la guerra para el género humano siempre ha sido un asunto crucial.

La democracia es una forma de gobierno que se atribuye a los pueblos griegos antiguos, cuyo propósito era evitar arbitrariedades en la selección del liderazgo del grupo. Los griegos no inventaron la democracia como un recurso proveniente de su genio, sino simplemente es una consecuencia de sus formas tradicionales de vida. La Grecia clásica no era un Estado homogeneo, sino el “pueblo” se reconocía como parte de una unidad por el territorio y la lengua. Grecia era un conglomerado de naciones independientes, pero interdependientes por la economía y las amenazas bélicas. Es cierto que en Grecia nació la democracia, pero también habían monarcas y tiranos. Grecia uso la democracia entre algunas de las formas de gobierno de sus ciudades Estado como una estrategia política.

Se suele decir con sobrada rimbombancia que la peor de las democracias es mejor que la más esplendida dictadura. Lo que pocos sabemos es que la institución de la dictadura fue una solución romana a las necesidades y urgencias bélicas a las que tenía que asistir el Estado. El senado escogía a un sujeto con las más altas virtudes de liderazgo para soportar las más duras adversidades. Se llama dictador precisamente porque su cargo le otorgaba la potestad de sobrepasar las atribuciones del senado; es decir, la tarea de legislar. El dictador estaba por encima del parlamento y de hecho era él quién determinaba el orden legislativo y moral que correspondía a los hechos de la época.

Ahora es gran motivo de debate si Evo repite más años de gobierno o debe dar lugar a nuevos liderazgos. Muchos dicen que es una actitud antidemocrática la falta de alternancia. Hay quienes le llaman dictador y otros le endilgan un perfil de monarca. La gran pregunta es… ¿quién dijo que la democracia es sinónimo de alternancia? Siendo estrictos la democracia, desde que nació, es la posibilidad que se le otorga a los ciudadanos, el pueblo, la comunidad o la tribu a elegir a su líder. Si lo que se quiere es cumplir con los ideales que hemos construido de democracia, el criterio no es la alternancia, sino la voluntad del pueblo para elegir el mejor liderazgo posible para afrontar su futuro. Bolivia se juega una eventual transición y nosotros los bolivianos debemos decidir si Evo es un buen líder para la tribu o no. En este caso será un referendum el que nos diga si la mayoría lo quiere para seguir presidiendo la comunidad o buscamos gente nueva. Eso es democracia. 

Sin embargo, si el primer mandatario pretende imponerse por encima de la voluntad del pueblo, entonces hay que cambiarlo del mismo modo en que depusimos a nuestros peores gobernantes.